Cuando se trata de museos y de Ámsterdam, ¿por dónde empezar? La lista es extensa y extraordinaria. El Museo Nacional de Gafas. El Museo de Pianolas. El Museo del Hachís, la Marihuana y el Cáñamo. El Museo del Sexo. El KattenKabinet, un museo dedicado al papel de los gatos en el arte. El Museo Bíblico. Y esto es solo el comienzo. Rasque la superficie y encontrará colecciones aún más extrañas para deleitarse y divertirse.

Electric Ladyland, el único museo del mundo dedicado a las maravillas de la fluorescencia, es un buen ejemplo de lo que puede lograr un hombre con una obsesión. Situado en un sótano no lejos de la casa de Ana Frank, los visitantes entran en una habitación llena de extrañas formas redondeadas, que parecen haber salido de la pesadilla de un mago. Pero cuando se encienden las luces negras ultravioletas, las formas adquieren una vida diferente, ya que lucen y brillan con la fluorescencia.

Y entonces es cuando la diversión comienza de verdad, porque los visitantes están invitados a tomar parte en este «arte participativo». Esto implica ayudar a crear una obra de arte y convertirse, mientras dura la visita, en un fragmento vivo de la obra.

Este lugar está lleno de objetos complejos y sorprendentes, así que, al salir, es probable que necesite visitar un lugar un poco más convencional, y eso, en Ámsterdam, podría ser el In't Aepjen, uno de los pubs más antiguos de la ciudad, famoso porque antiguamente los marineros pagaban sus cuentas con monos. Sí, monos de verdad. Pero así es Ámsterdam, y la gente hace las cosas de un modo algo distinto en esta ciudad que siempre sorprende.